jueves, 1 de diciembre de 2016

chef Aquiles Chávez.

 

Aquiles Chávez, nació en la Ciudad de México, en la Delegación Iztacalco. Creció en el Estado de Tabasco, en donde como él mismo dice, “todo empezó”; cuando siendo un adolescente entró a trabajar en el verano del 95 en el único Vip’s de Villahermosa, descubriendo ahí su gusto y pasión por la cocina.
Se trasladó al Distrito Federal para estudiar en el Colegio Superior de Gastronomía (CSG) del que egresó siendo miembro de la novena generación de Licenciados en Gastronomía en el año 2000.
Al terminar la carrera decide irse a Holanda donde abrió un restaurante de comida rápida tex-mex que se llamaba Taco Mundo. Tiempo después regresó a la ciudad de México y gracias al CSG participó en un curso de entrenamiento en uno de los más exclusivos complejos turísticos de La Florida, donde tuvo la oportunidad de medirse con cocineros que venían de The Culinary Institute of America (CIA) de Nueva York.
En la actualidad radica en la ciudad de Houston, Texas, donde es Chef de un restaurante especializado en cocina mexicana del mar que se llama La Fisheria.
– ¿Cómo comienza su vocación por la cocina?
La cocina y el comer siempre han sido parte primordial en mi vida, desde pequeño ayudaba a mi mamá en la cocina, me gustaba comer bien y sabroso, en ocasiones mi papá bromeaba y me decía: “Tú deberías de ser chef”. Estoy seguro de que naces con esa vocación y por supuesto con el sazón.
– ¿Cómo y porqué llego a los fogones?
Porqué, pues por el gusto de querer comer bien y comer bien no es comer caro, es disfrutar de una buena comida, en función del sabor, del olor, de cómo esta hecho el plato y sobre todo del cariño, se nota cuando alguien disfruta lo que hace, cuando le pone toda la enjundia, toda la emoción, todo el sentimiento…..  Cómo, bueno a los 16 años tenía muy claro que quería ser cocinero pero también una estrella de rock, entonces decidí que iba a comprarme una guitarra y como necesitaba dinero entre a trabajar en un restaurante Vips en Villahermosa; como desde chico ayudaba a mi mamá en la cocina, al ver que solicitaban un mozo de cocina pensé que no sería muy complicado el trabajo. Era un ambiente muy rudo pero por primera vez me sentí completamente a gusto, hacía lo que quería, comía lo que quería y además me pagaban; fue mi primer contacto con la cocina de un restaurante. Le platiqué a mi papá que quería ser cocinero, él investigo y me dijo que en el Distrito Federal habían escuelas que ofrecían la carrera, así que decidí que definitivamente sí quería estudiar gastronomía.
– ¿Qué le motiva día a día para seguir creando en la cocina?
La pasión y el gusto que encuentro al cocinar, cocino por el puro placer de hacerlo, el algo que me hace sentir vivo y no me imagino haciendo otra cosa.

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